Dicen por ahí que recordar es
vivir, yo digo que esto es cierto, cada
vez que llega a mi memoria esos buenos
recuerdos de los que no quieres que se esfumen, que quieres quedarte paralizado
en el tiempo, en donde puedas volver a sentir aquellas emociones y sensaciones
que nos hacen sentir de nuevo vivos. Tengo un recuerdo muy especial que nunca
podré borrar de mi mente; era mi cumpleaños, un día como cualquier otro, pero
yo me sentía muy especial, fueron pasando las horas en el día, la misma rutina
de siempre, pero con una diferencia mi padre no estaba conmigo, espere y espere
hasta muy tarde, ya de noche y todavía en espera pensé que no iba a llegar
nunca, hasta que de pronto escuche el motor de su carro y salí a su encuentro;
corriendo pude ver que se acercaba a la casa y cuando me vio soltó lo que tenía
entre las manos mientras yo me subía en sus brazos, fue un momento único entre él
y yo, un momento que nunca olvidaré, pero tampoco olvidaré una vez que estaba
en el techo de mi casa viendo las estrellas, entre la soledad y el canto de los
arboles en aquella noche cálida, estaba feliz, parecía que el tiempo no se movía
, nunca imaginé que varios años más tarde estaría en un lugar donde casi no hay
tranquilidad y mucho menos salen las estrellas. Me siento tan bien cuando puedo
reencontrarme con la naturaleza, mirar al cielo y pensar en lo hermoso que es
Dios, en lo bueno que es con todos nosotros. Hay recuerdos que me lo invento,
muchos de los cuales pueden ser mezclado con otros recuerdos que a veces ni
estoy segura de que en verdad lo viví, a veces pienso que me lo soñé. Soy
feliz, mis recuerdos son solo parte de mi pasado los utilizo para aprender de
aquellos errores que cometí, trato de vivir al máximo, claro está sin excederme, me encanta apreciar la hermosa
naturaleza, aquellas imágenes que siempre quisiera recordar, imágenes dulces
que pocos aprecian como el movimiento de las hojas en los árboles, el color de
las flores, entre otros detalles que
otros dejan de percibir. Es tan relajante poder meditar en medio de lo simple
de la vida, nos llena de una paz y felicidad en nuestro interior que se nos
hace difícil describir.
La historia trata sobre dos adolescentes, Carolina conocida con el seudónimo “Luciérnaga” y Tomás quien se hace llamar “Gusano Empantanado”, estos se conocen mediante un chat y logran tener una relación de amistad. Un día mientras chateaban Carolina con la curiosidad de conocer a Tomás le pide ir a una fiesta que se iba a dar en su escuela, Tomás indeciso se lo cuenta a su mejor amigo Felipe y con la ayuda de este logra asistir a dicha fiesta, pero lo que Carolina nunca se imagino es que Tomás era minusválido. Tomás antes de ir a la fiesta insiste en que no van a llevar algo para identificarse, ya que según él ya sabía cómo sería ella y Carolina acepto la condición, porque también tenía el presentimiento de que podía reconocerlo sin tener que llevar algún distintivo que lo identificara. Melisa la mejor amiga de Carolina tiene todo planeado para que en la fiesta ella conozca a un amigo de su novio llamado Bruno con el objetivo de lograr salir juntos los cuatro, p...
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